
Los Idus de Marzo
Los campesinos siempre confiaron su esperanza en que, al mover o desubicar los iconos para a continuación pasearlos por las calles en religiosas manifestaciones de variopinto colorido y recogimiento durante la Semana Santa de los cristianos, con motivo de la memoria del martirio y ensañamiento y muerte de Cristo – dizque, que al dios de la lluvia, del viento, de la tempestad, que en el mundo clásico, durante el Imperio Romano se le conocía como Neptuno- acabarían las imágenes por irrigar los prados y realizar el prodigio de concluir con la persistente sequía. Sin embargo, en estos Idus de Marzo alzan los labriegos la mirada a los nublados, que no cejan de descargar el maná -en otros años tan añorado- dando así cumplimiento a las plegarias que en otras ocasiones habían olvidado.
Como en todas las Semanas Santas del pasado, la turba se concentra en torno a las esculturas religiosas en un remedo a cualquier aquelarre expiatorio contra el más vaporoso de los miedos. Parece como si el recuerdo de Dios, su martirio y posterior deceso en la cruz, les confortara de su personal tribulación; y, a veces en otros escenarios no exentos de masoquismo, montan escenas truculentas de la Pasión y Muerte del Salvador, azotándose o crucificándose o flagelándose…
Después de los zafios eventos de doña Carnal, parece como si las cofradías quisieran reparar aquellos excesos del Carnaval, enjaezando los altares móviles en abierta competición, sin escatimar dispendios en ornamentos de plata y oro, con la cofradía de la parroquia vecina, teniendo muy a gala las añejas fechas de su fundación y los escultores afamados, así como las generosas y fervorosas donaciones de las que se han servido desde sus inicios.
No sorprende, pues, que los creyentes asuman que, al recordar el escarnio y pasión de Jesús de Nazaret, están extrapolando la debilidad de Dios y su fortaleza a la propia zozobra y abandono en el que el ser humano, a causa de su consciencia, se encuentra a la deriva en el universo. Por lo cual, no puede sorprende la hiperbólica exclamación de Oscar Wilde, que en un estado de ansiedadmetafísica, supongo, manifestara: “¡qué solo se encuentra el hombre bajo las estrellas!”
No obstante, nadie que se detenga a reflexionar puede sustraerse al rol que las diferentes cofradías juegan en su inconsciente propagación de uno de los episodios claves de la fe de los cristianos -poco o nada proclives a documenarse- poniendo en valor su particular forma pagana de difundir la Pasión y Muerte de Dios; aunque deberían ser censuradas por el contrario, por haber relagado a un plano muy secundario el episodio clave de los cristianos, como es la victoria de Dios sobre la muerte al resucitar al tercer día, a cuyo acontecimento suelen escatimar tiempo, devoción, dinero y, sobre todo imaginería.
Muy acertada tu vsiión de la Semana Santa.
Como lo vas a archivar yo corregiría algunas cositas:
1. Las tildes, mecanográficamente, están mal colocadas todas.
2. El primer párrafo parece, en mi opinión, excesivamente largo y hace difícil su lectura.
3. Hay algunas palabras juntas.
Así que repásalo que merece la pena. Ah! Y no escribas a altas horas de la noche…
Un fuerte abrazo,
Emilio.
Muchas gracias, Emilio, por tus consejos, siempre de mucha utilidad
Un fuerte abrazo