
¡ Cierran La Marina !
!La Marina nos deja ¡
Al leer la noticia en la primera página del diario regional, reclamé la presencia de Raúl, el camarero que mejor café sirve, para que me desmintiera la noticia; sin embargo el semblante delataba una inquietante preocupación, aunque a decir verdad, supo disimular muy bien el problema que se infería de la dramática situación a la que se veían abocados los trabajadores del establecimiento, y haciendo de la bilis licor cuarenta y tres, y de la necesidad virtud, me sorprendió su gallarda respuesta:
– “Lo siento por los clientes, como usted, que al cruzar las puertas, no hace falta preguntarles qué van a tomar, después de tantos años”!
Mientras tanto desfilaron dentro de mí unos personajes en serie que allí concurrían todas las mañanas a la llamada del segundo desayuno, de migas y tostadas de una amplia gama de sabores y gustos; personas con nombres, que a causa del cotidiano uso se transforman en rancios estereotipos, de toda condición y rango, tipos de ” all trade” y calaña, desde la cuadrilla verde de la decencia urbana hasta el trajeado y encorbatado banquero, sin olvidar a Miguel Murillo, que bien parecía haber convertido a la cafetería en su propia oficina, como a las variopintas familias que los sábados y domingos habían substituido el comedor familiar por el batiburrillo popular de la Marina; y cómo soslayar la presencia del escueto y viejo betunero, que en tiempos de las vacas flacas ofrecía sus servicios por la voluntad, a cuya demanda, que algunos declinábamos con la pretensión de acabar con las escenas propias del cine de Berlanga en blanco y negro, otros no se resistían a revitalizar el oficio de “limpia”, tal vez en añoranza de otros tiempos.
No se podrá menospreciar la atención y profesionalidad de los dos Juan, el alto y el bajo, ni a Ángel, que a veces había que perdonarle el café aguado y, sin embargo sabía atender con entrañable cariño a mi nieta Carta y a mis hijos, Patricia y Barry, que al conocer la noticia tuvieron un bajón desde las Islas Británicas, y a veces alertarnos de la presencia del edil con una noble gracieta – que viene el capo -; cómo olvidarnos del anciano que cayó de espaldas y esperábamos angustiados la presencia del 112.
Esperamos que el cabildo o a quien corresponda saque a concurso a la mayor brevedad la subasta del arrendamiento de unos de los emblemas más notables de la ciudad, y se tenga en cuenta el destino hostelero de La Marina.
Una gran carta a un gran amigo que nos deja…
DESDE LA MARINA, RELATAR QUE FUE UN PLACER ATENDER A TANTOS; QUE COMO USTED PASARON EN ESTA MARAVILLOSA DÉCADA POR NUESTRA CAFETERÍA.
NOS DUELE DEJAR ATRAS TANTOS RECUERDOS, PERO HABRÁ QUE SACAR ALGO POSITIVO DE TODO ESTO; Y DESEAR QUE EN BREVE PODAMOS VERNOS EN CUALQUIER OTRO LUGAR; SIRVIENDO CAFÉS, ADEMÁS DE PODER TODOS DISFRUTAR DE ESTA EMBLEMÁTICA CAFETERÍA.
DE TODO CORAZÓN, GRACIAS.
RAÚL DE MATO MARGULLÓN.
Que pena!! Abuelo’s routine will be messed up!!!