
Sic transit gloria mundi
By: juanrico
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Aperture: | f/2.2 |
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Focal Length: | 4.15mm |
ISO: | 400 |
Shutter: | 1/0 sec |
Camera: | iPhone 6s |
Si Matthieu Ricard, que, como científico que era, e hijo de científico, se fue a vivir con los budistas en el Himalaya, nos quiso dar a entender que la Religión y la Ciencia eran incompatibles, cuyo problema aborda en su libro “el Monje y el Filósofo”; que, además, el budismo nos pone de manifiesto que la vida es una transición, pero no nos aclara la transición a dónde…
Me sorprendía que don Josemaría, me diera a entender que A. nunca faltara a misa los domingos. Era el único hombre que siempre estaba presente en la iglesia los días de fiesta y fiestas de guardar.
Ahora bien, me suscita un interrogante, cuya respuesta puedo intuir. Siempre escuchó, y tal vez rezara el Rosario en silencio, cuyos misterios nunca pudieron darle una respuesta reconfortante, a pesar de ser un resumen de la vida de Jesús de Nazaret.
A. sin ser consciente de ello, asumía la metafísica de la escuela cristiana, al tiempo que el existencialismo, corriente del pensamiento filosófico del S.XX, le proporcionaba inquietud…
-“Ayer murió J. más joven que tú! “- que siempre repetía cada vez que una persona joven del pueblo fallecía- me daba la noticia sin otra connotación que no fuera el hecho en si, aunque, yo sospechaba que le inquietaba la muerte, porque no respetara la edad, aunque la afrontaba como una liberación del sufrimiento y de las cuitas personales.
En otras ocasiones no mostraba ningún recelo ante la posibilidad de desaparecer algún día…
-“A veces sangro por el ano, y creo que es el principio del fin”- me confesaba sin ánimos de recabar misericordia por mi parte, con la intención de solidarizarse conmigo, una vez que supo de una dolencia grave que sufrí.
Aunque no lo manifestara, un dolor de muelas -como sostenía Unamuno- en su opinión, era más importante que
creer en Dios, al que bien podría sustituir por una inquietud fiscal o la preocupación por la salud de alguien próximo, por el cual podría sentir afecto o desprecio, según la empatía o la testarudez del personaje.
Sin ser consciente del pensamiento de Ricard, en su talante ante la muerte, asumía el destino final aunque no estaba conforme, y nunca supe de sus labios que el dolor, el sufrimiento, la soledad, la vejez y la muerte en sí misma lo entendía, pero no lo aceptaba. Era un existencialista, inconsciente de serlo, que se obstinaba en que la Religión le servía de confort.
La adolescencia de un intelecto suficiente le incapacitaba para explicar los defectos del alma en el ser humano, tales como la codicia, la envidia, la soberbia, el egoísmo de los otros, la generosidad propia, por la que nunca quedó recompensado, los ideales más inmediatos, y la frustración acompañada del derecho a decepcionarse, que ni los más próximos supieron captar…
En su memoria, que el recuerdo nos reconforte.