
Añoranza de los viejos tiempos. El Partido VII (Cont)
No dudaron de Rabiche, muy macho, según las mozas; y muy valiente, a las que traía de calle, se lo rifaban por bailar con él; porque sabía apretarlas en el momento oportuno; y los gitanos de Zalamea lo temían como si fuera un guardia civil. La Mariamanuela, y la Ventura, y la Mariajesus decían que le abultaba mucho…No tenía equipo, pero los zapatos de hebilla y de suela de caucho hacían de arietes contra los más atrevidos forasteros; y lo mismo ocurría con Ramón del Pollo, que calzaba las botas de arar, al que suprimo José ridiculizada cada vez que abría la boca-“suéltala ya, coño, que eres más maricón que un palomo cojo”! Y así improperios tras improperios excitaba al grupo de paparucas que no le quitaban el ojo al calzón blanco de Pepeortiz…
Aunque Teodoro, el hijo de Chuco, que jugaba de defensa derecho con el equipo de segundo de bachillerato, sabía utilizar las dos piernas, y era un buen valladar en la defensa, junto con Quico, de Isaac, que, aunque era un buen defensa del equipo de cuarto de bachillerato, tenía fornidas pantorrillas, cubierta de vello pelirrojo, al que todas las quinceañeras se lo disputaban por novio, que, si bien tenía sus pintas, y no era buen estudiante, vestía traje los domingos y fumaba Chesterfiel…