
“Cuando son miles los cadáveres son como el humo, sólo pesa cuando se trata de uno sólo” ( de La Peste, de Albert Camus ) VIII
-ya estoy aquí. Dejé a mi madre pegada a Ama Rosa, y aproveché el momento para vernos.
-siéntate, que chismorreemos…
-estoy deseando estar a su lado; todo mi cuerpo huele a jabón líquido y a champú de la marca silk, que da mucho brillo a mi pelo. Se va a quedar de una pieza cuando me vea, me huela y me toque…
-Ja, ja ¡ qué envidia ! Yo, como no tengo chico a la vista… ni me apetece; aunque como viene la Juli, la Consu y la Dulce y vamos al tontódromo me arreglaré…
-Pero estoy de una perrera que ni …
-No te apures, mujer…que ya te hace ojitos el Monazillo!
-Es un pavo, y sólo habla de mulas y de campo¡…
-le va a encantar este vestido vaporoso blanco, de raso, entallado por la cintura, y con estas guirnaldas verdes pequeñitas, y por encima de las rodillas…que no va resistir la tentación de…ya me entiendes…
-Manoli, fíjate en la sisa, qué bien resaltan los pechos…y el sujetador de marca, que estreno hoy, va a ser el no va más -añadió Amelie, dándose una vuelta sobre sí misma, realzando la figura, que descubría hasta la mitad de los muslos.
-!qué vergüenza; me ha visto tu padre!…salía para la calle.
-No llevo puestas fajas, y el vestido insinúa mi slip.
-¡Cómo se lo voy a poner! -terminó por seducir a Manoli, humedeciendo el labio inferior con el extremo de la lengua…
-¿el “lo” va con picardía, eh?
– !qué va¡ me salió sin querer, sin darme cuenta…
-Te prometo que el rollazo sobre la Peste de Albert Comús me da como igual, pero como a él le encanta…a mí me chifla.
-la verdad que a mí me gusta su relato. Es entretenido, y, aunque un poco pedante- me divierte…Es que hay otros que ni hablan ni paulan; sólo piensan en el meteisaca, y san se acabó…-pontificó Manoli sin ánimos de contrariar a su amiga.
-Te sienta fetén; el vestido, de volantes en la copa, aún más…¡cómo decirte, envidiable!
-No seas aduladora, Manoli, que cada cosa tiene su qué.
-su cuando y su como¡
-Me lo explicas, que no lo pillo¡ te lo digo- y acercando sus labios al oído derecho de Manoli, le cuchicheó algo, tal vez una complicidad o un secreto.
Por la mirada de sorpresa de Manoli, se intuye que se trataba de algo inconfesable, falto de decencia,tal vez.
(Continuará)