
At Charly’s bar (Chapter IX)
***(IX)
Las tardes, las mañanas , los fines de semana nos acodábamos en la barra del bar Charly’s, en la calle Lagasca, en la confluencia con La calle General Oraá, hoy bar La Sota, tan remozado, que no parece el mismo, aunque los camareros se hacen viejos, manteniendo la complexión de siempre, como sucede con el mozo de los Mejillones en la paralela de la calle Correos en Sol, que, después de haber transcurrido treinta o cuarenta años, tanto su cara, sin arrugas, el pelo un poco salpicado de canas, y su porte no diferían de aquel mozo de hace cuatro décadas, que parecían personajes de la película Viaje al Futuro, y nos servía una ración de mejillones y una caña, por el nada económico de dos duros, que, al parecer, era lo que no había envejecido, pues hoy pagábamos seis euros por el mismo servicio…
-.¿ cuántos años lleva trabajando en este establecimiento?
-Mas de cuarenta años- Me respondió sin empacho
-Será hijo de aquel…
-Nooo.Soy el mismo.
-usted no pasa las hojas del almanaque¡
-..¡ No puede ser que el tiempo no transcurra para usted con esa inusual lentitud, que le haga ser físicamente el mismo que fue hace cuarenta o cincuenta años¡ el mozo se encogió de hombros, y continuó atendiendo a los clientes habituales…
A los humanos el tiempo no les pesa a todos de la misma manera.