By: juanrico

Oct 09 2010

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Ya han transcurrido casi dos siglos, cuando Bernard  Shaw escribió Pigmalión y, sin embargo la trama de la comedia puede tener una traslación real a la actualidad. Aunque Trinidad Jiménez no tenga sus raíces en el lodazal de Covent Garden como Eliza Doolitle,  de la protagonista de la trama, sí se puede colegir que entre las dos existe un cierto paralelismo metafórico.

Henry Higgins, un profesor de música de la rancia aristocracia inglesa quedó prendado de su belleza, al ofrecerle un ramo de flores; y se comprometió a enseñarle modales y el acento refinado de la clase burguesa, con la que el profesor  trataría de unir  a Eliza Doolitle. A pesar de la fama de misógino y egocéntrico, el esfuerzo en las lecciones de pronunciación, haciéndole repetir reiteradamente frases que estimularan el cambio de acento, tales como “the rain in Spain stays in the plain” or  “in Hamshire  hurracans hardly happen, Henry Higgins observaba en Eliza el progreso para el fin recomendado.

Del mismo modo que Henry Higgins se tomó un interés personal por Eliza, J.R. Zapatero haría lo propio con Trinidad Jimenez con la finalidad de entronarla para competir con Esperanza Aguirre  por la presidencia de la comunidad de Madrid; sin necesidad de impartir con ella lecciones de pronunciación, a buen seguro la presentó sin recato ante los compañeros socialistas de la comunidad madrileña como la mejor apuesta frente a Tomás Gómez, que, trasmutado en Freddy Eynstford-Hill, al que Eliza conoció entre el barro de Covent Garden, iría a competir por el amor de la protagonista frente al taimado Higgins, que terminaría perdiendo su apuesta por la bella Elza Doolitle, que, acabaría en los brazos de Freddy, que, no obstante, le reprocha una vez y otra haberla conocido sucia y barriobajera ofreciéndo flores a los caballeros en los aledaños del mercado londinense.

A Eliza le asaltan las dudas de reconciliarse con el maestro, cuando le oye decir – “Eliza, dónde están mis zapatos?”