Nuestros mendigos

By: juanrico

Oct 08 2010

Category: Uncategorized

1 Comment

Aperture:f/3.5
Focal Length:35mm
ISO:1600
Shutter:1/0 sec
Camera:Canon EOS 400D DIGITAL

Una forma honrada como cualquiera otra de ganarse la vida. Generalmente escoger la ubicación más proclive al éxito resulta de suma importancia. Por supuesto que el medio utilizado para poner en práctica tan  perentoria tarea no debe considerarse accidental, pero lo que el mendigo debe considerar de importancia capital es el mensaje, que  con ello se puede medir el ingenio del pedigüeño. De lo que se trata es de  sacar cuanto más calderilla mejor.

La verdad de la ocurrencia del mensaje no tiene por qué coincidir con la realidad, que actúa como reclamo al viandante.

Los que más soliviantan al posible samaritano son las llamadas por teléfono, a primera hora de la mañana o en plena siesta. “ Oíga, somos de Santa Lucía, ¿ No le interesaría un seguro de defunción?” Y al iinte uno se cuestiona si algún agente por la calle le ha visto la cara macilenta y con buenas expectativas para el negocio. me miro al espejo, me toco el pecho y demás y le espeto: “Mire, señorita, tengo ganas de vivir, sabe, y no me toque la vaina, ofreciéndome negocios mortuorios en otoño, que traen mal fario”.

Los mendigantes publicitarios te atosigan una y otra vez, como los charlatanes de feria de otros tiempos – “ Una manta por 25 ptas,: ¿ Es muy caro?” Sí, ya veo que algunas señoras afirman con un movimiento de cabeza; si a esta pongo otra encima ¿ les resulta caro todavía ? Pues, si no estáis conforme, voy a añadir otra y otra, y así hasta media docena por 25 pts. Y luego dicen que estamos en la postmodernidad, pero verdaderamente lo que entonces eran buhoneros en la plaza de los pueblos pidiendo, utilizando las mantas, los de hoy son agentes que lo mismo te piden cambiar tus Gigas por la suyas, más rápidas y baratas o ofreciéndote pólizas del último dia, con coronas de flores y misas incluidas. Y para colmo eligen los nombres de la empresa muy en consonancia con el marketing – El Ocaso, Santa Lucía, el Crematorio- ¡ Podrían ser más optimistas, joé, y elegir mejor ! – El Amanecer, La Resurrección, El Paraíso.

Los que más ternura despiertan entre los samaritanos suelen ser aquellos apostados en la puerta de los templos, a la salida de las misas donde esperan conmover el corazón de los feligreses la mañana dominical. A la señora rumana que se sienta en el suelo de mi parroquia con la mano tendida le sugeriría que cambiara el cartón de -” No tengo qué darle de comer a mis hijos” por otro con más gancho – “ Necesito dinero para el avión de vuelta a Rumania”- Seguro que haría el negocio redondo.

Al que echamos de menos es al trompetista que nos ponía a los parroquianos de los bares con el Ala Madrid, si los clientes simpatizaban con ese equipo o el himno blaugrana, si se trataba del Barcelona. Al pobre le robaron la trompeta o murió. Ya no toca en Badajoz la Marcha Real que  casi todas las noches nos hacía sentir más patriotas. Lo mismo la SGAE, le ha exigido el óbolo o el régimen de Zp le ha prohibido fumar en los bares.

Son los “baskers” mendigos al uso por todas las capitales europeas. Son los más geniales: músicos con carrera, que no han asistido a los cursos de ningún conservatorio oficial, pero nos dejan con la boca abierta. La mayoría han sido hijos del comunismo, de los países de la antigua Unión Soviética. No comerían, pero auyentaban el hambre tocando el arpa o el acordeón. Los rojos les comían el coco con las notas del Paraíso Perdido. A éstos indigentes habría que advertirles de la conveniencia de ampliar el repertorio.

A los “gorrillas” todo motorista les detesta por el descaro del cobro del impuesto revolucionario. Dan un miedo que te rayen, te pinchen las ruedas como mínimo, que entra urticaria y les das unas cuantas monedas y no les miras a los ojos, no sea que les haya parecido poco y te obligues a sacar más euros.

Ingenioso en la calle Menacho, un joven delgaducho, barbilampiño, pero no mal aliñado pedía una ayudita, que era diabético. Mi generosidad se entretuvo ante tanta originalidad, al colegir que la diabetes se adquieren con la buenas bacanales y  la gula. La próxima vez despertaré a mi generosidad y le agraciaré con un curaçan  a la plancha y un café. No sea que la limosna se la gaste en vicios.

El ingenio se hace presente de forma dramática. En la calle Goya, esquina Ayala en el barrio Salamanca un parado hacía su agosto con un cartón en el que anunciaba -” Por ZP me encuentro en esta situación”. Creo que encontró trabajo muy pronto; se decía que había cambiado de esquina.

A los samaritanos nos mueve la sinceridad de los mendigos. En la calle Luton, en Manhattan, cerca de Wall Street y próximo a Sea Port, un anciano pedía un dólar para tomarse unas cervezas. Puse en práctica la caridad humana. Mi única vez. Me flipó el buen uso de la mendicidad.

En la catolísima España de los cincuenta, a los mendigos de “solemnidad” – como se les llamaba entonces a los que no tenían ni donde caerse muertos, a sus reiterativas “una limosnita por  Dios”, se les espabilaba con un no menos caritativo “Perdone usted, por Dios” .

Están cambiando los tiempos. Los tiempos están cambiando.(Bob Dylan)

One comment on “Nuestros mendigos”

  1. Y tanto que cambian… por aqui no se ve a ninguno.


Comments are closed.

Nick Momrik

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