
Al otro lado del tiempo. La matanza (Cont.IV)
…El humo de las chimeneas apenas podían sus alas alzar el vuelo, y los tres imberbes de aburrimiento llenos recorrieron las calles del pueblo olfateando el agridulce hedor a pimentón, a ajo crudo, a col cocida, a cebolla cruda de las artesas, que el humo blanco de las chimeneas transportaba entre las tejas de los tejados de corral a corral, desparramando por las calles el olor a morcilla cocida, a amasijo de salchichón de carne cruda de cerdo, que sólo con el olor alimentaba el hambre de los huérfanos locales…
-Tenemos que ir a la casa de Cloe, y llevarle los dos conejos blancos, como mi regalo por Navidad, que ella comprendería lo que yo siento por ella- sugería el Monazillo mientras se arrascaba la entrepiernas
-Tú lo que quieres es declárale a sus padres que te quieres casar con ella – intervino el Pecas, que, según el Lolo, su primo, no soportara que siendo tan cabezón como es el Monacillo, se llevará el gatos al agua, y terminará en el altar…
-Pero si… no h hecho la Primera Comunión, sopenco que eres un sopenco, pontificó el Lolo, verde de envidia, y temeroso de que el Monazillo se saliera con las suyas