
Al otro lado del tiempo. Continúan las aventuras de los tres rapaces “haciendo de las suyas”.
“Cuando los perros callejeros eran sólo perros”
El municipal, después de imprecar a los tres zagales por su fechoría; y una vez que doña Santafuentes había presentado sus quejas ante el edil, don Alfred, por el dolor que le supuso tanto más a ella que a su chucha el haber recibido sendos peñascazos en tan íntimos y ostentosos momentos de copulación, don Hermógenes, que, en las proximidades del Consistorio, y advertido de la trastada, recomendó a los tres mequetrefes que no confesaran ser los causantes de tal gamberrada, argumentando que, encontrándose el chucho tan extenuado y rabiosa la hembra temieron ser víctimas de un irreparable mordisco
-le chirriaban los dientes a la perra!
-Nos enseñaba los dientes, apretándolos muy fuertes…y sentimos miedo!-,confesaron los tres rapaces delante del “Zorrero” y del edil, don Afred. Lo que va les valió no ser multados ni encarcelados.