
Al otro lado del tiempo. Continúan las barrabasadas de los tres mequetrefes en la Viña Romero.(Continuación)
Tanto al Monazillo como al Lolo y al Pecas le encantaba oír de viva voz relatar los pecados, sobretodo de las penitentes, que, si casadas, se tomaban la libertad de recibir al cartero en casa con la disculpa de llevar una carta, y meterse juntos en la cama del matrimonio, una vez que estaban seguros que Vulcano estaría podando los sarmientos hasta la puesta del sol.
-um, um, um -les relataba el Chuco, mientras se agarraba la entrepiernas, y continuaba con el relato como si quisiera recordar las dos semanas que las descomunales nórdicas lo tuvieran secuestrado en Benidorm, poniéndoseles los ojos pláticos al verle la imponente dotación genital, que la naturaleza le había dotado al Chuco.
– ¿ y después, qué pasó?- insistían los tres mequetrefes al Chuco.