
“ y el Gran Hermano, guapera, vanidoso, narcisista y fascista desapareció de la tenebrosa pantalla gris tras anunciar: LA Guerra es La Paz; La Libertad es la Esclavitud y La Ignorancia es nuestra fortaleza.”
By: juanrico
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Aperture: | f/2.2 |
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Focal Length: | 4.15mm |
ISO: | 2000 |
Shutter: | 1/0 sec |
Camera: | iPhone 6s |
…y las calles de la ciudad, por la noche se llenaban de gente, tras ser decretado el confinamiento. Del miedo se pasó al pánico. Muchos comentaban que las limitaciones de la libertad podrían haber sido menos rígidas…
A Rambert le sorprendió la Peste en Orán, y no pudo encontrarse con su novia en París. Si el exilio resultaba insoportable para los que no pudieron regresar, el confinamiento para los que no podían ni siquiera telefonear a sus amigos y familiares que se quedaron fuera, se lo calificaba de horrible.
Philip Grand, cuyo matrimonio no pudiera ser considerado ejemplar, era víctima de la separación de su mujer; el mismo doctor Rieux sólo se comunicaba con su esposa, que se curaba de tuberculosis fuera de la ciudad, por escueto mensaje telegráfico-cuídate, estoy bien, cariño no te preocupes…
Durante el día las calles estaban vacías. Sin embargo, la asistencia a los cines continuaba, aunque siempre el mismo pase. A Los salones de juego se les permitía abrir. El slogan “ el vino mata al bicho” se había asumido por la población, y los cafés permanecían abiertos. La tristeza se notaba en el rostro de la gente: cada uno había asumido su propia interioridad, de melancolía.
La preocupación había afectado incluso a Cottard, el suicida, que importunó al doctor Rieux en la calle al inquirirle que la peste no parecía tener fin, viéndose determinado el doctor a comunicarle que no había ninguna razón para que la epidemia terminara; que todo estaba patas arribas.
Al oír este último relato, Amelie y sus amigas emitieron una exclamación de horror y sorpresa.
-Peor que el cáncer. Nace, crece, se reproduce y muere -admitió Juliana, con alto sentido de la sensatez
-Pero la peste nace crece y no sabemos si muere. A lo peor es inmortal. Inhumana como… -argumentó Consolación, fervorosa seguidora de los preceptos de la religión.
-No hubiera sabido ayudar a los conciudadanos en aquella situación trágica donde aumentan los muertos día a día – se sinceró Mary Deliciosa.
-Todos deberíamos comportarnos como el dr. Rieux, el dr.Castel o el dr. Richard, que murió durante la peste, después de haber celebrado con alegría el doblamiento del pico de la enfermedad, y, por descontado, los equipos sanitarios formados al amparo de la
Prefectura -pontificó Amelie.
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