
Oda expresionista al puente viejo del río Ortiga (II) Cont.
Ay, alma de mi alma, mía, amada y olvidada,
en el tiempo, /
que una inoportuna civilización te sustrajo /
a los sentidos,/
y te ocultó, avergonzada, del mundo
los placeres:/
La turquesa mirada de tus anhelantes ojos,/
horadando,obstinada,/
el deseo inconfesable de nuestros cuerpos;/
doloridas y entregadas nuestras almas ,/
abren tus pliegos,/
tiernos a los impulsos salvajes de tu premura, /
nuestra premura:/
perciben la aroma íntima los sentidos,/
el frenesí /
del deseo se despliega abierto /
entre las alas blancas de tu falda,/
flor de primavera,/
que señuelo fue un día en las tiendas /
del frío día:/
una mañana blanca y gris de las procelosas aguas,/
a orillas del Támesis brumoso, de otras aguas latentes;/
extrañas hoy,
ayer cercanas,/
de un sucio caudal, de un río negro:/
descubren tus pliegos rosas /
el carmesí,/
de mis ansiosos labios,/
que acogen cálidos la magenta de tu intimidad primera: /
sollozos,/
imperceptibles a mis sentidos,/
se escurren húmedos entre tu inquieta ansiedad,/
los encajes del amoroso lienzo, /
que ocultan el tremor de un momento,/
eterno/
de voluptuosidad, enredado entre tus dedos,/
con las caricias y los besos;/
sobre las aguas de la primavera clara, /
discurren las margaritas,/
joviales y cantarinas ,/
bajo el puente,/
abandonado y viejo,/
testigo será, será etéreo, de estos versos,/
ansiosos de inmortalidad, siempre vivos,/
nunca ciertos:/
no estoy seguro que sobrevivan al tiempo/
que, como nosotros, su finitud y naturaleza,/
sólo es tiempo./