By: juanrico

Sep 10 2014

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Catalunya isn’t andalusí
¡ Cómo no!
Los coches escapan como endemoniados para anticiparse al viandante, que se dispone a cruzar el paso de cebra, en abierta competencia a la rapidez.
Los bocinazos se suceden sin deparar en la contaminación acústica, al tiempo que algunos coches “tuneados” como si se tratara de discotecas rulantes, conducidos por jóvenes morenetes, se convierten en vedettes admirados por los ciudadanos que discurren por las calles felices palmeteando alguna que otra cancioncilla popular del terruño, de las que se sienten orgullosos.Desafío decibélico, le llaman.
Los ciudadanos barceloneses abren sus celulares en plena calle haciendo partícipes a los vecinos de sus íntimas conversaciones de alcoba o de planes de finde, hablando una jerga especial de gracejo difícil de comprender, mientras los más pegan los ojos al suelo para evitar las molestias de un chicle que se pega a la suela del zapato, de los que quedan luceros y luceros negros adheridos de por vida en el pavimento. Una gran mayoría apenas deja oír el relato con un casi imperceptible siseo- son los más europeos, dicen.
Como el roce hace el cariño, es habitual que esto ocurra sin necesidad de esperar una disculpa al cruzarte con un paisano, que, a lo sumo te da una palmadita en el hombro, como si quisiera comunicarte – la próxima más próxima.
Aquí encuentras papeleras por todas las esquinas esperando que dejes la bolsa de plástico o el clinex usado, en lugar de metértelo en el bolso o dejarlo sobre la alféizar de cualquier ventana – eso, sí; procurando mirar a los lados para evitar que te observen la fechoría.
En las cafeterías y los bares se disputan la teletres y el grupo de cantaores con palmeo el protagonismo: no hay mortal que se entere de nada. Menos mal que las tragaperras, por eso de la crisis están de brazos caídos: si no, sería la locura misma.
A los camareros de los bares hay que agradecerles que no sean tan educados, requiriendo la atención del cliente con un distante ´señor´ y hagan uso del más entrañable ´caballero´, que es más igualitario, más rojera, y dejen de ser trilingües – que volem els senyois?, qué desean? que est ce que vous voulez? y uno termina por declarase anglosajón al responder en inglés chusco:
– one whiskey on the rock, please!
– ¡ Marchando una de whiskey para el caballero!
El colmo de los colmos son los taxistas que, aunque sean rumanos o aragoneses te preguntan por tu profesión, te hablan de su familia y terminan hablando de la Diada, sin decir palabra de fútbol, casi al punto de quedar un día a compartir mesa con su familia en un popular -si le dejas €5 de propina- establecimiento de barbacoa y cava.
Siempre te dicen lo mismo, que no se harían a vivir fuera de su tierra, que del mundo es donde mejor se vive.
Y de las banderas, ni te cuento: a la bandera de España le han colocado un triángulo azul en uno de los lados, al que han insertado una estrella blanca, de las que cuelgan un crespón del que se puede leer en cristiano
– Visca Andalusya lliure- : el no va más.
-! la basílica, una maravilla¡ Pero como nuestra Triana y nuestra Macarena no hay ninguna, quillo. Se oye comentar a la salida de La Sagrada Familia…
Ni que decir tiene que pedigüenos y carteristas son internacionales y no entienden de política ni nacionalismo identitario. Como en todos los sitios, te la juegan y te limpian la cartera- eso sí, con profesionalidad y sin violencia; y los mendigos, aunque en menor número los tienen alejados, fuera del alcance de los ojos del turista, como los topmantas, que dan la espantada con una agilidad impropia de un necesitado cuando se huelen algún mosso – aquí los policias se quedan mozos siempre, como en el pueblo, por eso lo llaman mossos; de lo contrario los jubilarían.
Y con todo lo que está lloviendo, nadie culpa a los corruptos andalusí que han pedido árnica de aforamiento para evitar el truyo. Y los taxistas sólo se encomiendan a su Moreneta; los cuales, aunque no van al Camp Nou, dicen que no entienden de banderas, y que sólo conocen la seneyra del Barça.