
Tu primer beso de mar
No es fácil aceptar para alguien a quien le fascina retozar entre las olas del mar, que se trate del último alivio de la temporada, sobre todo cuando observas que los veraneantes a tu alrededor no abandonan el lecho de arena a sus pies, y la marea se alza a golpe de olas entre la frescura del verde jade, de sus acolchadas aguas; y a pesar de que Poseidón se obstina con su báculo de poder en buscar una disculpa, intemperarante el dios del mar y el viento, para que te olvides de las ninfas de pechos prominentes y de las hetairas de turgentes bustos, que frecuentan el duomo del placer siempre recurrente y eterno como la pasión,
Me ha sobrecogido la contumacia de tu insistencia, que, a pesar de tan sobrecogedora pesadilla de haber sido recogido de mi última esperanza en el ánfora de un tenebroso sueño por el carro de sus corceles, que se habían transformado en el mítico Grifo, a pesar de todo, y contemplándome inerme ya entre la arena, con los brazos implorantes al dios Crono que prolongara el placer de un sueño por un momento hasta el ocaso, me sentía impelido a implorarle un beso de sal, que saciara de ambrosía de miel a mis cautivos deseos.
! Échame en tus olas de turquesa, Apolo de mis sueños!