Prosopopeya de un pueblo: del Dublín de J. Joyce a la Guareña de hoy (I)

By: juanrico

May 30 2013

Category: Uncategorized

Las primeras horas de la mañana del sábado habían transcurrido plenamente embebido dentro de las entrañas de Ulises que, pateando Dublín de cabo a rabo, se había tropezado en una taberna con Bob Doram, que más borracho que un lord, se tambaleaba como un sabueso lleno de pulgas y sarnoso, aunque, eso sí, le quedaba aliento para presentar sus encargos de condolencia con delicada cortesía a L.Bloom, que de buen corazón y sinceras palabras iría a trasmitirle a la viuda de Dignam por la muerte de su esposo, el simpático Willy…

cuando en esta lacerante situación, entre el viejo Dublín y la pretenciosa localidad de Guareña, en el receso me disponía a invadir la calle, un opulento aldeano, a juzgar por el volumen de su hidropésica barriga me inquirió desvergonzado a dónde dirigía mi avejentada figura, con la esperanza – sospecho- de ser importunado con el mismo descaro, interesándome por  sus tan mañaneros pasos, a cuya posible pregunta, el paisano ya tuviera tecleada en su casquete ,redondo como un melón sin vello, la oportuna respuesta:

– ” Cómo iba a dudar de tu tan cacareada riqueza, dando por hecho que “los ricos dirigís vuestro esqueleto a la “Sinagoga del dinero” para que los empleados, palmeandoos  el hombro con babosa cortesía os haga poner en valor vuestro ego y vuestra pusilánime autoestima; mientras los indigentes, se parapetan a las puertas de las iglesias y los     braceros del campo inoculan  sus cuidados en las tabernas!”

-“Pues claro que la ostentación de riqueza se puede considerar teniendo un noble apellido, de historia y tradición, que enorgullece mis raíces, y está  desprovisto de cualquier consideración hebrea como la vulgaridad del simple vocablo, como el que usted tiene a buen recaudo y  lo ventea, según conveniencia, -me defendí de su impertinencia y  jactancia con la que pretendió aparejar una burda metáfora a costa de la sonoridad de mis opulentos apellidos.”

Herido por su imprudente y torpe jaculatoria, como rabo de sabueso, templó armas y huyó recogiendo el rabo entre sus vacilantes remos, refugiándose al amparo de un lugareño, al que agasajaba con pretenciosa familiaridad…

…Mientras que por las calles del viejo Dublín, L. Bloom no se resistía en la búsqueda de un sujeto, del que era deudor de su amo hebreo, al que servía como recaudador de pólizas de crédito o hipotecas.

Nick Momrik

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