Elegía a un ruiseñor

By: juanrico

Dec 05 2012

Category: Uncategorized

Focal Length:10mm
ISO:100
Shutter:1/0 sec
Camera:Canon EOS 400D DIGITAL

Solía soslayar las grandes inquietudes, y resaltar inconscientemente, tal vez, los pequeños desvelos:
El canario que había llegado al final de su dilatada existencia, tras una larga enfermedad que le mortificó durante dos días, ya ha silenciado su armonía y ahuecado sus plumas como si le hubiera entrado el paludismo; ha despreciado las últimas semillas de alpiste y cañamones, y la yema cocida de huevo; se ha marchado sin musitar siquiera un adiós de despedida a su amorosa cuidadora; se ha soltado de la percha que se descuelga a través de la jaula, la cual le solía servir de lecho por las noches, y se ha desplomado de cabeza al suelo definitivamente.
¡Pobre animal: qué poco valor tiene su vida!
Con la primera luz del crepúsculo, iniciaba el ruiseñor de plumaje verde todas las mañana su cantarina monotonía: como un reloj, cuyas campanadas no faltan a la cita -ya sean seis o siete los toques de un timbre metálico y monocorde, invariable, recurrente y ronco- quebraba la mañana el trinar alegre y persistente desde sus pulmones, y contagiaba de felicidad el alma de su hoy mustia dueña, que nunca conoció la naturaleza de su susurro ni se llegó a preguntar nunca de su triste melancolía o de sus cuitas amorosas o de sus placenteras melodías.
Ha llorado en silencio su desaparición: dos lágrimas de dolor han rodado por sus húmedas mejillas. Más que si de un amante se tratase, cuidadosamente le ha preparado las exequias: a tal efecto, colocó su apenas intangible cuerpo en un pequeño cofre de caoba , y lo ha inhumado junto a las raíces del olivo verde, que brota salvaje en el patio umbrío, confiando que la savia recupere su existencia un día. Junto al tronco pardo del árbol verde, su dueña ha rezado una oración.
Se ha echado el crepúsculo al atardecer, envolviendo la vida con el manto malva de la tarde. Nadie recuerda al pequeño ser que ponía vida al silencio del ocaso y daba color al gris amanecer de un sueño -insignificante criatura que no consigue ablandar el alma de los hombres ni que lean el corazón de un breve hálito de vida al atardecer.
Su dueña le dedica un recuerdo de ternura y cariño, mientras las campanas de la torre convocan al rosario.

Nick Momrik

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