By: juanrico

Jul 01 2012

Category: Uncategorized

1 Comment

Mi sobrina Eulalalia me había sugerido con presuntuosa insistencia que asistiera a una extraordinaria exhibición de arte orfeliano en el que ella misma iba a participar en la sala de la cultura. A tal efecto, me iba a decidir por renunciar a una velada de fútbol de altura entre dos importantes campeones europeos: una selección de deportistas tedescos, de rigor y disciplina y un combinado de artistas italianos exhibiendo, en colocación y ritmo con el cuero, el manierismo renacentista de imaginación y afeminado compás.
Sin embargo, recurriendo a una solución hegeliana, decido despejar la incógnita de lo más conveniente. Tomé asiento en aquella sala de la cultura, de tórrida concurrencia, de cuyos rostros se desprendían perlas de sudor, a pesar de los vaivenes de los abanicos en manos de mujer…
Me llenó de gracia y espiritualidad la ejecución rítmica por parte de un grupo de imberbes de la popular “Cucaracha”, dirigida a golpe de piano por un maestro de la música.
Aquellos, otros escolares de corta edad, que hacían sus púberes “pinitos” en el manejo de las artes musicales, de viento, cuerda y percusión, me trasladó a los años sesenta del pasado siglo, cuando anonadado asistí a una exhibición de niños violinistas en el Bremond College de Coventry, que acariciaban el arco de sus “stradivarius” con inocente maestría. Eran tiempos en que los niños españoles de su edad sólo practicaban la pandereta, y las castañuelas en los festejos.
Ha debido transcurrir mucho tiempo, e invertir mucho dinero en despertar el arte universal de la comunicación entre los padres y los niños de hoy.
Fue portentosa la maestría con la que una joven guareñés nos deleitó con la interpretación del Improntu 6 de Chopin, al piano.
Como epílogo de la velada, la Orquesta de Cámara demostró oficio en el manejo del saxofón y los clarinetes.
Y como colofón de la fiesta, la Coral de Guareña deleitó a la concurrencia en la interpretación de canciones del elenco popular, a diferentes voces, en cuya ejecución la audiencia acompañaba con voluntarioso palmeo.
El lenguaje universal de la música une a los grupos sociales de diferente clase y linaje; si bien, la belleza musical no converge con los gustos de todos. Y los ruidos de los muchos nubla el entusiasmo de los menos.