
Elegía a la infancia
“Oh there is blessing in the gentle breeze,
a visitant that while it fans my cheek
doth seem half-conscious of the joy it brings
from the green fields, and from the azure sky.
whatever its mission, the soft breeze can come
to none more grateful than to me;escaped
from the vast city, where I long had pined
a discontented sojourner: now free,
free as a bird to settle where I will.”
(From the childhood and school-time. The Prelude by W. Wordsworth)
¿ qué morada te acogerá ? ¿ En qué valle estará tu puerto ?
¿ quién se hará cargo de tu hogar?
¿ qué fuente de clara agua calmará con su murmullo tu sed ?
El barro encima. Con un corazón gozoso, no temerá tu libertad.
Recojo estos versos de Wordsworth en tu honor.
Tu vida se prolongó ignota, al otro lado de la pubertad durante una prolongada existencia,
seguramente breve.
Me consternó tu inesperada ausencia.
No has desaparecido.
Conserva mi memoria la melodía suave
de tu voz en un aula del colegio;
tu cabello claro, la admiración de todos por su singular brillo,
reflejaban los tenues destellos de un sol pálido de otoño, en una clase del lúgubre invierno;
tus respuestas de infantil inocencia,
siempre,
despertaban la inquietud de nuestra ignorancia;
tus resolutas intervenciones:
siempre,
requeridas y humildes, eran tus aciertos.
No había tregua a la envidia en aquellos años,
de inocencia e incienso,
sino vastos horizontes de admiración,
callada.
Nuestra amistad sincera no abrigaba oportunidad a la sagaz mezquina,
madrastra de la siniestra competencia.
Algún trazo de estimulante narcisismo,
si inquietara a los confesionarios,
tal vez,
suplía tu falta de habilidad en los campos de juego.
Más propenso a la reflexión,
si a reflexionar se puede
en tan breve infancia.
Fue inesperada tu huída de aquel escenario,
nos conmocionó a todos:
en el alma imposible, tan infantil claridad arrancada
por tenebrosos intereses.
Ya, desde entonces, tu claridad tornávase niebla
aquel curso escolar.
Arrebatada de tu vida, tan prometedora y llena de frescor,
la libertad,
y dormirla en la caverna, la que Platón narraba;
donde la luz que penetraba,
no deslumbró,
las sombras de la realidad misma.
Cueva de la ignorancia y los prejuicios fijos, duros como el pedernal primario.
Supiste recapitular, no se si a tiempo,
tu periplo.
Desde entonces, fuente clara y pura
que se pierde en el amplio océano de la sabiduría,
añoramos tus tempranos años
de la infancia,
irrecuperable ya.
Seguro que descansas en paz, Santiago.
Los que buscan la verdad en la vida,
al contrario de los que buscan en la vida el comfort, al final encuentran
el confort y la verdad.
Hasta siempre, amigo.
Oje Juan – cuanta color en tu blog!!! Q bonito lo de Wordsworth eh.