
Mis diálogos con Daisy
By: juanrico
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Aperture: | f/4.5 |
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Focal Length: | 39mm |
ISO: | 400 |
Shutter: | 1/0 sec |
Camera: | Canon EOS 400D DIGITAL |
Me disponía a tomar la “Pink Lady” después de haber engullido una cerveza Heineker, a la que estoy asociado por la disposición abierta de la empresa en contra de la práctica del aborto, acompañada por un cocktail de frutos secos, mientras estiraba mis miembros inferiores desde un sillón mullido que para mí resultaba incómodo, debido a mis dolencias lumbares, como escueta cena, cuando inopinadamente Daisy retiró de la mesa la solitaria manzana a la que esperaba dar fin al término del frugal snack.
- Me quieres ver morir de hambre, Daisy? Protesté en un tono de sonca protesta.
- No quiero que te mueras y verte tu cara después. Me daría mucho miedo.
Me sorprendió la agudeza tan ingeniosa como inesperada respuesta que no supe reaccionar. Me quedé más corrido que un joven inexperto ante una propuesta idílica de su amorosa compañía.
Repasé mientras tanto el recorrido de tantos años apostada a la cabecera de tantos moribundos, a los que con toda seguridad habría acompañado en el último suspiro vital.
El silencio se apoderó de la sala mientras un programa deportivo daba sus últimos coletazos.
- ¡ Cómo disfrutaría viendo el deporte y a su equipo favorito !
- ¡ La pobre ! Exhaló en un suspiro de condolencia y de personal afecto, que interiorizaba sin recato.
- Está en la mejor vida posible. Su existencia en la otra vida es mucho más dulce que la tuya y la mía en estos páramos de nuestro atribulado periplo. Intentaba consolar a su recuerdo imborrable.
Un ligero casi imperceptible suspiro de incredulidad percibí en su rostro ajado por el tiempo.
La hora de retirarme a descansar en el solitario ático se acercaba y mi disposición a coger mis pertrechos y emprender los pasos por la solitaria calle en la primera hora de la madrugada, removía una vez más la pereza de iniciar el acostumbrado viaje a a soledad del silencio nocturno, donde apenas se percibía el murmullo de una casi imperceptible brisa. A esta hora se habían puesto en marcha los motores de una huelga obrera que beneficia sólo a los líderes políticos y sindicales. Un herido grave en Madrid, a manos de piquetes.
Encendí la radio, a la cabecera del camastro, tan lleno en el pasado tan desierto en el presente, para que las ondas hercianas hicieran su trabajo y convocaran más de prisa al dios de los sueños. Mientras Ramón de la Morena se afanaba en sentar su opinión del partido de fútbol entre los tertulianos, mi cerebro, notaba, que iba poco a poco apagando las luces de la conciencia una por una, y me precipitaba en el plácido mar de la tranquilidad absoluta. Dormir es como morir a tiempo parcial. La presión del orín acumulado en mi vejiga me despertó de un sueño sin sueños. Encendí la lámpara de la mesilla, a la izquierda para realizar la acción fisiológica apremiante en un orinal azul, que, a tal fin había dispuesto al lado derecho y a los pies de la cama. Son las tres y media. Poco había tardado la lata de cerveza y la manzana en ejecutar el filtrado pajizo, como la cara de un enfermo de istericia. Nada impidió que recuperara al punto el primitivo estado de inconciencia.
Echaba en falta los perturbadores aleteos de los plásticos y hojas de periódicos colgados en el patio interior, que, Ms Daisy colocaba siempre que percibía la presencia de los obstinados gorriones siempre dispuestos a dejar su natural deshecho en las hojas de sus macetas, primorosamente regadas y cuidadas por un abnegado afán de perpetualidad. Ni siquiera la siniestra carcoma acompasaba en su raja-raja la quietud de la noche. Se habrá muerto, muy harta de tanto hacer trizas del mueble donde se encontraba alojada. Seres diminutos de la muerte que acompañan a los vivos, propiciándoles la conciencia de la existencia.
– ¿ Dónde estáis, testigos de la vida ? Apareced de una vez. Es peor que vuestro incordio el ruido de vuestro silencio.
Como me gustan los dialogos con Daisy – Son mis post favoritos!!!
me alegra q te gusten.As me motivas para escribir s.