
La esperanza de vencer a la epidemia se desvanecía ( continuación VI)
…las vacunas a la población habían conseguido que la pandemia remitiera, y los trenes, los autobuses de Orán se habían abarrotado de pasajeros que, deseosos de recuperar los tres meses de confinamiento, se apresuraban a frecuentar las tiendas del centro de la ciudad…
Las recomendaciones del padre Linde se solapaban con las benevolentes recomendaciones de mi amigo, que con un sesgo en sus palabras de verse no acompañado a recorrer el camino de ida y vuelta a Zalamea con la finalidad de alimentar con escarceos amorosos aquellos encuentros cada día màs desilusionantes, toda vez que, a pesar de la inusitada presencia de Marquitos, el “fraile”, como así le apodamos, había decido cambiar de provincia y encontrar acogida en Pamplona, al amparo de un familiar que ya había fijado su residencia en aquella ciudad, y sus infructuosas búsquedas de una pareja estable dieran a su fin, después de su inestimable conquista de Kati, una maestra agraciada intelectual y físicamente de un pueblo cercano, se frustrara.
-“Si quieres te presto mis calzoncillos”- con abierta sorna le clavaste una pulla a Juanito, por el despecho -supongo- que la nueva pareja de tu novia de adolescente, hubiera supuesto un levantamiento de bienes para ti.
– No, fue sin malicia. Juanito no se lo merecía…





