
Continúan los tres mequetrefes sus aventuras en la Viña Romero (Continuación)
Y les corrió la tranca de la puerta tosca de madera de chaparro, no sin antes abrir el postigo por donde la lozana madre de Monazillo solía fisgonear siempre que desde el portal en el último cuerpo de la estancia, pudiera oír las pisadas de las herraduras de alguna caballería de algún labriego, y, de esa manera pudiera sospechar a que dedicaba su tarea.
Pero la madre del Monazillo solía ser condescendiente con el Lolo, y su primo elPecas, a los que demostrando su generosidad les agasajaba con una o dos boditas, de higos y una almendra tostada, que siempre las engullían de golpe, casi sin masticar.
Del padre del Monazillo apenas hablaban, únicamente cuando les sugería que le acompañara a casa de Juanillón siempre que la burra salía alta.
-Venid mañana por la tarde que voy a llevar la burra al burro,; a ver si consigo un burrito, que ésta se va haciendo vieja, y, le cuesta tirar del arado, ahora que la oigo rechinar los dientes.





