
Aunque la enfermedad persistía, la esperanza de derrotarla había vuelto a la ciudad ( Continuación)
…Aquella Navidad no sería sino Infierno…
Philip Grand se desvaneció delante del escaparate, y el dr. Rieux lo llevó en sus brazos a casa, y en su cama empezó a luchar contra la epidemia…la fiebre no remitía, y el dr. Rieux estaba convencido de que no superaría la lucha. Con este presentimiento se retiró a descansar, aunque de su cabeza no desaparecía el convencimiento de que Philip Grand consumía sus últimas horas…
Recordaba las últimas palabras; “ toma mis apuntes y quémalos. Ya no puedo seguir la novela”.La estancia se había iluminado con las llamas de los folios escritos. Se comprendía que a medida que el papel se consumía, la vida de Grand se extinguía también.
Al amanecer, inopinadamente, el rostro del enfermo había recobrado un aspecto nuevo: la fiebre había desaparecido, y el suero había hecho efecto en su cuerpo. Se había recuperado de la enfermedad. Lo mismo en el hospital,incomprensiblemente, a otra enferma le sucedió lo mismo. Había vencido en la lucha.
La esperanza había vuelto a la ciudad. La epidemia había sido derrotada, y el virus se había retirado a su cubil…
-“No puedo evitar acordarme del dr. Rieux, que socorría a su amigo en medio de la calle entre la gente que pasaba de largo…”-recurría Amelie a sus más recónditos pensamientos, valorando la piedad de los algunos hombres frente a la ingratitud de otros.





