
…Y sin embargo, se había perdido toda esperanza de sobrevivir a la peste…( Continuación)
..Se iba haciendo tarde, y en aquellos tiempos la moral dominante, la hipocresía social o el pavor a la mala reputación no permitía a las adolescentes protegerse en la oscuridad de la noche de los ojos inquisidores, de las buenas costumbres, de la decencia y el buen gusto, ni tampoco rebelarse contra la imposición familiar de regresar a casa antes de las once de la noche, momento en que el manto de estrellas las protegía, ganándole en apasionada competencia a los matizados destellos de luz al crepúsculo…
Aunque trataba de retener a Amelie, más allá de la hora señalada, a pesar de su obstinada insistencia en observar los preceptos de la norma, y escurría con sus brazos la resistencia que le ofrecían los míos, me traía a la memoria la descripción que Albert Camús hacía de Orán, que en cierto aspecto, y salvando las diferencias guardaba cierta similitud con nuestro pueblo…
-Nos vamos a pasar por el bar del Cordobés… a ver si vemos a Aniceto o Manolo -apuntaló Manoli, la Chepita, con su sonrisa de un Bug Bunny precoz tan personal- y nos tomamos un chato.
Orán es feo, levantado de espaldas a la bahía…el cielo de un azul limpio y cristalino contrastaba con el color ocre de sus edificios…y el grisáceo brillo de los tejados. Sin árboles ni aves; sólo el viento del atardecer suscitaba una armonía insólita.
-Mirad, nos vamos a topar con Luisito, Juanito, Pedrito y el Yayo – observó con indisimulado alborozo Consolación.
-¿ de dónde venís, tan tarde? -les inquirió Mary Deliciosa.
-estos han pagado la hora del villar al Piti – exclamó el Yayo ufano.
-éste, pesando en Basilea, no tocó bolas; y el Perico, dándole vueltas a la tragedia de Romeo y Julieta con un poco más se lleva el tapiz con la punta el taco¡ -añadía irónico el Curiana, que se había unido a la peña hacía un momento…