
Domingo de Pascua en Guareña
DOMINGO DE PASCUA POR AQUÍ
Casi me recuerda la invocación de Stephen Dedalos – al Burke! – a los contertulios en el Hospital Materno de Dublín, después de que la parturienta pariese para celebrar el acontecimiento en la taberna- a la alegría que los creyentes sintieron cuando el cura anunció la noticia -La Palabra ha resucitado- y para celebrarlo todos abandonaron la oscuridad de las tinieblas de la madrugada y se echaron en los brazos de la luz al amanecer. Y al unísono – desgraciado el que se quede- pusieron los motores en marcha, y como poseídos, grandes y pequeños, maridos y esposas, célibes y novicias se dispersaron por los caminos y atajos camino de las parcelas…
Sólo Juanfra, el churrero y yo nos quedamos en la ciudad, cada uno por motivos diferentes. Algún inoportuno vehículo aparcado me impidió hacer una foto a alguna calle desierta. Maldita oportunidad fallida.
Stephen y sus amigos se habían propuesto, a pesar de ser irlandeses, repasar en la taberna las bondades adiptivas de los ingleses – que no se difieren en mucho de los vicios españoles.
Los maleteros cargados de cerveza (beer ), carne en sus diferentes variantes (beef); los temas de conversación son los negocios (business) metidos entre ceja y ceja; el amor por los perros hace que se les haga un hueco en el coche (bulldogs); ciertamente, a los españoles no nos apetece llevar la Biblia en el bolso (The Bible ), aunque no faltan las ochenta y tantas sombras de Grey, ni de la Armada ( Battleships), tema del que presumen por considerarse los invencibles, que desde la batalla de Trasfalgar España lamentó la victoria del almirante inglés, Nelson . Tampoco a los españoles nos persuade la sodomía (buggary), que, aunque los tiempos van cambiando, y algunos políticos se dan picos en público, y el tema empieza a ser recurrente en los círculos. La afición de los anglosajones por los (bishops), que, aquí lo reciclamos en clérigos, nos va asimilando a la cultura de los británicos, que, dicho sea, envidian nuestra tortilla de patatas.
¡ Carpe diem ! a todos, en contacto con el dios más próximo que nos queda: la diosa naturaleza.