El fotógrafo Rafael Roa profanó mi imagen, mi intima deidad.
Añoraba mi pasado de dios de la fertilidad, cuando en mis capillas del templo las matronas me ofrecían exvotos en agradecimiento por algún beneficio que concernía a un miembro del cuerpo enfermo; la nostalgia de Roma me sosegaba al recordar mi deidad, cuando me sacaban en procesión por los páramos para que mi sola concurrencia beneficiara la cosecha, y los campos se vistieran de flores y belleza; aunque verdaderamente añoro los tiempos de Roma, cuando disfrutaba con la novia montada a horcajadas sobre mi lomo fálico del dios Príapo, que la predisponía para la fertilidad.
¡ Qué momentos tan felices de miel y rosa, cuando inspiré a la emperatriz Mesalina en su multiorgasmo con catorce atletas; la cual en agradecimiento colocó catorce guirnaldas en la descomunal polla del dios Metinus Tetinus, mi dios favorito!
Hoy han profanado mi nombre con esquemáticos trazos sobre puentes, sobre las esquinas e incluso sobre el pavimento de las calles o sobre los batientes de los lavabos públicos o en patios donde los escolares me ridiculizan y se mofan de mi.
Es honesto expresar mi agradecimiento al artista R.Roa que me ha colocado en el lugar del que nunca debí salir: abrazado por una mano femenina, que si bien adornados sus dedos de quincalla, hubiera preferido estar arropado de una manga de lana, algodón o lino que me protegiera del contacto directo de la lujuria humana.
¡ No llego a comprender cómo todavía los museos tienen postrada a mi deidad en la oscuridad de los sótanos !