
“Con la iglesia hemos topao”: coloquio impío entre una sor y Mefistófeles (III).
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-(Mi segundo sondeo): ¿ Conoces la Capilla Sixtina ? Una joya, patrimonio universal.
-(Su defensa): SÍ. Manejo Internet.
-(Su tercera acusación, y mi respuesta): a mis hermanas las visito todos los meses, y las llamo por teléfono los domingos. Además tengo los teléfonos de urgencias en mi agenda. ¿Y tú a las tuyas?
-(Su consejo): deberías llamarlas los jueves también. ( “Consejos vendo, que para mi los quiero”)
-¡Rezan el Rosario todas las tardes!
-(Su defensa): Yo, sólo lo rezo en vacaciones. Las tareas domésticas en la comunidad me lo impiden.
-(Mi maldad): El cura les da la comunión todos los domingos en casa. ¿ caridad o …desinteresada piedad? -( contesté irónico a su catecumenismo elemental )
– (Mi maldad): Tú cuentas ya por lo menos ochenta.
-(Su justificación o mala conciencia): No. Lo habrán llamado ellas.
-(Su defensa): Soy más joven que tu hermana Glycinia. (Aparte: El tiempo también es enemigo de las religiosas, a pesar de la fe).
-(Mi maldad): en Nueva York hay iglesias que se han transformado en restaurantes o discotecas. A los jóvenes de nuestra civilización y cultura no les gustan los mitos religiosos. Ya tienen bastante con los suyos, los de su tiempo. La hermana no responde, a pesar de conocer la respuesta.
-La Sagrada Familia, es una joya arquitectónica vacía de santos. Sólo una pequeña capilla bajo el presbiterio.
-(Mi maldad): ¿ sabes qué es el Presbiterio ?
-(Su respuesta): sí.
-(Mi maldad): los ateos y los que tienen fe son creyentes. Los agnósticos ni lo uno ni lo otro. El papa jubilado pidió respeto a los agnósticos. ¿ Cómo se llamaba?
-(Su respuesta): Benedicto XVI.
– (Mi maldad): No. Ratzinger. Sor Ginebra parecía sentirse un poco incomoda, y percibí que algo le inquietaba: no sé si la profundidad teológica de la entrevista o los deberes de intendencia en el convento.
-(Mi maldad): ¿ A cual de los dos pontífices rezas con más devoción ?
-(Su disculpa): A los dos. Y la hermana se levantó precipitadamente, interrumpiendo así la conversación que, estimo, la consideraba bastante abstrusa.