
Boston, ciudad marcada.
Una de las ciudades emblemáticas de la Nueva Inglaterra. El faro que alumbra hacia Europa, el viejo continente: la madre patria, donde echaron anclas the Founding Fathers. Una ciudad abierta al mundo a través de la ciencia, porque la proximidad de la universidad de Harvard permite que surquen los procelosos mares del conocimiento, el flagship del orgullo nacional: los avances que no enraícen en sus universidades e institutos técnicos, no florecerán en ningún otro lugar.
Un paseo por el parque comunal merece la pena ser recordado: un rectángulo poblado de árboles y plantas que crecen desde su fundación (s.XVII) de remota procedencia alivian y enorgullece a sus habitantes, que recibe a estudiantes y visitantes de todo el mundo, pero no presumen de pertenecer a la elite wasp, pues la universalidad del conocimiento les permite no ser identitarios. Boston, una ciudad donde por primera vez se reconoció el derecho de la mujer a ejercer el deber ciudadano de votar: por eso, a nadie le puede extrañar que aquí se iniciara el movimiento social en pro del derecho de la mujer a ejercer como ciudadana, así como el movimiento en favor de los derechos humanos.
La arquitectura de estilo Evans de ladrillo rojo ennoblece el quartière donde nació la familia Kennedy, cuya adoquinada calle cerrada al tráfico rodado,y flanqueada de árboles de mediano fuste le proporciona a la calle la calidad rancia y noble que otras calles adolecen.
¡ Qué contraste entraña al pasear por la plaza del Comunal, también rectangular, donde en uno de sus flancos se levanta una iglesia moderna de imitación gótica -cuya mole descansa sobre cimientos de madera, empotrados en un subsuelo pantanoso – y dos edificios descomunales de estructura metálica y cristal ahumado, donde se asientan las oficinas de los sindicatos, a orillas del Charles river, que acoge en una de sus márgenes a uno de los museos de ciencia más populares del mundo !
Aquí donde tuvo lugar el primer Marathon- 1867- , quién iría a imaginarse que dos terroristas islamistas chechenos iban a perturbar el sosiego de un acontecimiento deportivo de resonancia universal sembrando de terror y sangre y asesinatos una fiesta pacífica.
¡ A quiénes les cabía cualquier duda que el comportamiento cívico de toda una ciudad, de todos los deportistas y asistentes y la colaboración de todos iban a hacer posible que el FBI, con su personal mejor cualificado iba a fallar en la captura de los criminales en un tiempo record, aunque para ello tengamos que lamentar la muerte de dos policías !
No se oyó ningún grito de “policía asesina”. Toda la ciudadanía siguiendo las instrucciones del FBI: “permanezcan en sus domicilios, y no abran la puerta a nadie que no sea policía”. Alguien tiene que empezar a aprender.
Benjamín Franklin, uno de sus hijos más reconocidos, desde el infinito se habrá regocijado por el éxito en la aprensión de uno y muerte de otro de los malvados fanáticos.