
Marta y la venganza de Electra
Silencio. Silencio. Mientras su marido rebuscaba alguna contestación oportuna, Electra se revolvía en su asiento, ocultando su rostro entre la rubia melena e inclinando la cabeza hacia abajo, de tal forma que uno pudiera elucubrar que aquella posición – de un ofidio enroscado en el hacha de la venganza- le facilitaría la búsqueda de un argumento razonable con el que debatir sobre el tema.
Yo tenía la sospecha de que la conjunción del tiempo – Presente y Pasado- se maridaban sobre las tablas de un escenario subrealista.
-Esta conversación no la podríamos haber mantenido en ninguno de esos países a cuyos héroes menciona tu esposa. De Jóvenes, recuerda que luchamos por la libertad y no la jugábamos. Aunque debes reconocer que tú adolecías de arrestos. Y si no, recuerda cuando quemamos la bandera en Salamanca, una noche de S. Juan: que tú me echabas a mí la culpa, cuando…
-¡Yo sólo le apliqué el extremo candente del pitillo y tu…la llama del mechero!, tratando de reivindicar su inocencia.
-La igualdad es necesaria; mejor que la libertad, pontificó Electra.
-En los estados fallidos, Haití, Somalia, existe la igualdad de la miseria. Los estados totalitarios: Corea, Irán, Venezuela, Cuba y…Yemen, China…no subsistirían en libertad.
El “Coma andante” y su hermano, a los que injustamente tanto ponderáis, tienen sumida a la población en la más absoluta de las carencias… Leed a Raúl Rivero en el Mundo o a Zoe Valdés.
Mi invitación le deshizo la coartada a Electra que exclamó sin ningún arrobo:
-¡ El bloqueo, el bloqueo del Imperio ! Tengo un dolor aquí en las sienes…( el bloqueo es muy recurrente para justificar la miseria y el fracaso de un régimen totalitario y marxista)
Las dolencias en esas regiones del cráneo las ocasionan la tensión o la falta de inspiración razonada. Electra se presionaba continuamente las dos zonas de la frente con sus dedos índice y corazón, como si quisiera ayudarse a encontrar un razonamiento adecuado.
-Electra, la desigualdad está enraizada en nuestro origen, desde que nacemos. Yo soy más inteligente que tú – que lo soy-, utilizo mis capacidades de la mejor manera con la que satisfacer mis ambiciones, ¿verdad ?
-Me refiero a la igualdad de oportunidades, respondió Electra sin considerar que el principio forma parte del decálogo de la burguesía, a la que con tanto pasión suele denostar.
-Nooo. El origen de la desigualdad está en el dinero, intervino Pílades, para añadir a continuación su esposa…como la que ha descubierto la pólvora:
-¡ Los judíos ! ¡ los judíos ! Ellos son los culpables.
Un indigente se acerca a la mesa y pide unas monedas. Electra, bondadosa, abre su bolso y le entrega unas monedas al mendigo.
-¡ Lo que me faltaba ver: Electra transformada en Madre Teresa de Calcuta! No daba crédito a mis ojos.
-¡ No me compares con esa… por favor ! , sin atender a mi observación sobre los comedores de Cáritas a doscientos metros.
-¡ No me fío de las ONGS!
¡Vamos, Electra, lo que me faltaba por oír ! Ahora saltas de mata y te declaras a favor del Holocausto de los nazis.
-¡Nooo, eso nunca!
Sospechaba que en el subconsciente de Electra anidaba una frustración. Tal vez inconfesable. Tal vez inconsciente.
-Si, tengo una frustración. Y dio por terminada el debate.
Agamenón, su padre había participado en la Guerra de Troya activamente, y formó parte del régimen dictatorial de los coroneles de Atenas.
Oreste no volvió a aparecer, y todos los argumentos de Eléctra y Pílades se transformaron en elogio a la hora de ponderar su éxito en sus empresas de S. F.
– Está intentando abandonar la carrera de policía y dedicarse a la empresa exclusivamente, terminó por añadir Pílades, dando por cerrado su obstinación de venganza por el asesinato de Agamenón, el padre de Electra a manos de Clitemnestra, su esposa o de su amante.