
La jungla urbana
Mis encuentros con “Chuco” ( Tratado de psicofónica metafísica)
Son cortos nuestros encontronazos, y no por ello dejan de ser refrescantes y atemperados. Adolecen nuestros intercambios de lacónicos mensajes – estoy leyendo…plis…plas… Deberías leerlo. No tengo tiempo, ni mis ojos me lo agradecerían. Prefiero darle a la olla ( tarro ) y saltar como un marsupial entre los puentes del tiempo sobre los que la historia y el calendario ha interpuesto entre nosotros. Pensar, socavar, armonizar, ubicar, volver a soñar, retomar pesadillas tan pavorosa ayer, tan edificantes hoy.
-Sabes, Chuco, ayer me arrancó de mi sueño una voz -no recuerdo si angustiada por alguna cuita o previsora de algún acontecimiento inmediato; fue como una llamada de socorro entre el gris de un sueño: desconozco su naturaleza, por lo que me impide hacer una disección ajustada de la secuencia, al interrumpirse de inmediato su onírico grito.
-¿ Tú sueñas todavía ? -me preguntó sorprendido mi interlocutor.
– Chuco, soñar te permite recapitular: volver a empezar, es como si vivieras otra vez. Los sueños deben ser el resultado de la memoria, de la conciencia: algo así como la psico-metafísica de nuestra existencia, a la que no pueden acceder los demás seres vivos – ni plantas ni animales- por carecer de conciencia, por no haber sido tentados por la serpiente del conocimiento, como le ocurrió a Adán.
Una experiencia psicofónica puede despertar a una persona que descansa, y ser testigo de que aun late en al vida; un aullido en la oscuridad puede relacionarlo con un depredador, un lobo, una hiena… de la misma forma que un trino de un pájaro te relaciona con un jardín apacible , de plantas en flor…pero -¡qué caramba!- aquel grito de angustia , que te devuelve al mundo real puede hacerle coincidir en la madrugada con alguien, muy cerca de ti, que esté atribulado por algo..
-¿ Azar, coincidencia, fe o superstición o sólo una trivial experiencia sicofónica ? ¿ quién sabe ? A Chuco, de agnóstica conciencia, se le nubló la vista, y la jovial sonrisa habitual obscureció su semblante.
-¡ Es tremendo ! – exclamó Chuco con aparente desconcierto. Soy consciente -me aclaró con el fin de explicarse a sí mismo- de que los sueños son el resultado objetivo de las neuronas espejos, que editan algo que está presente en la conciencia: actúan como reflectores de los acontecimientos en obstinada recurrencia.
-¡ No sabía yo que fueras tan docto en estas especulaciones, a parte además de los ladrillos ¡ le repliqué con maliciosa sorna, y algo petulante.
-¡O sea que tus células espejos se pasan la noche de descanso en una interminable bacanal afrodisíaca! – retomé el hilo de la conversación.
-Ja, Ja Ja ¡ Si estás vivo, folla que folla. Si estás muerto, tu encefalograma resulta plano, sin curvas: ni sufre ni padece y tu… “más fría que la mojama”, – añadió señalando con la mirada mi entrepierna; y, sin añadir algo más, se alejó a buscar el pan, refunfuñando.