
Kalendas Aprili en Guareña
Ya desde el Imperio de Roma, hace más de veintiún siglo, se celebraban en los confines del Mediterráneo las fiestas del Equinocio de Primavera en honor a las divinidades del agua -ninfas-, y a la diosa de la agricultura, Cibeles.
Han transcurrido más de veinte siglos y, aún, no se han apagado aquellos rescoldos en la provincia romana, conocida entonces por Hispania.
Un año de extrema sequía, este bisiesto de todos los malos augurios, que los lugareños confían en las imágenes, las cuales al ser movidas bendigan los exhaustos páramos con la gracia de la lluvia. Enfervorecidos los guareñejos, ataviados con el hábito lila, negro o azul y encapitonados con el cilíndrico capirote, recorren en devoto silencio -que sólo las notas acústicas de la marcha real irrumpen con patriótico espíritu- los recovecos del mapa local, sin olvidarse, empero, del refranero castellano, popularizado a modo de chantaje a los santos entre los campesinos -” los de Alcocer, tiraron al Cristo al río, por no llover”. ( A ver qué haces tú !) Y, como resultado, el Viernes Santo no desfilaron algunas pasos, a causa de las tormentas.
El desfile de la ostentosa orfebrería, que fue industria y actividad en los Siglos de Oro, usando la materia prima- oro y plata- de las colonias americanas, cuyos suculentos ingresos supuso para los orfebres de Toledo y de los Países Bajos, todavía cultivan la vanidad y el orgullo por los más apartado rincones de España.
El desfile de magníficas tallas y de envidiadas esculturas por ciudades importantes desde Murcia a Valladolid, desde Plasencia a Guareña, cinceladas por insuperables maestros del Barroco español, desde los iconos de Zarcillo a los de Gregorio Hernández, desde los de Martínez Montañés a los de Juan de Berruguete o de Juan de Juni nos hincha de vanidad y grandeza a todos los que nos sentimos españoles – independientemente liberal o conservador- esta exhibición metafórica única en el mundo, bajo la batuta de una iglesia católica a la que tanto debemos, a pesar de los periodos de luces y sombras que hemos sufrido alguna vez, y financiadas por la generosidad de sociedades y cofradías…los españoles, tanto creyentes como ateos o agnósticos, nos declaramos orgullosos de tanta excelencia, que, sin embargo, los falsos profetas del pensamiento único, o del relativismo interesado, proclaman el desprecio a toda manifestación de carácter religiosa; y, peor aún, aquellos adalides de la Alianza de Civilizaciones o del Burca; y todavía más lacerante son los vanidosos de su propia ignorancia, en cuyos cimientos débiles sustentan su propia y mezquina razón de ser.
La Semana Santa, como manifestación de un credo, de no haber existido Jesúcristo y su muerte, de alguna forma habría que haberlo resucitado, que alimentara la esperanza de inmortalidad del ser humano.
- ¿ Por qué llora, señora ? -le fue hecha esta pregunat a una mujer que expresaba su incontinencia emotiva.
- Porque quiero vivir muchos años para continuar viéndola.
Una pregunta y una respuesta que resume el sentido vital, individual de de estas manifestaciones – un culto a la muerte y a la resurrección de Cristo, entendida como bálsamo de esperanza: dolor y muerte de un ser humano – Dios y Hombre- que da ejemplo de humildad y valentía, al aceptar su destino en el Huerto de Getsemaní, antes de ser entregado a las autoridades romanas.
– “Estoy triste hasta la muerte”, -exclamó Cristo previendo que sólo la muerte le liberaría del insoportable dolor humano y divino.
Nos ha gustado la foto mucho, y el articulo tambien esta muy bien.