Al otro lado del tiempo, donde continúan las trastadas de los tres mequetrefes, en el Casino de Andrés de Tomás.( Cont.)
Al Lolo se le ponían los ojos ojiplatos escuchando las picardías de su primo el Pecas, al tiempo que soñaba en la Felisita, de la Plazoleta, que, después de que su padre hubiera levantado una casa moderna, con dos bolas de piedra a cada uno de los dados de la fachada, sentía que su pito se ponía duro no sólo cuando tenía ganas d mear, sino cuando en sueños veía las dos trenzas rubias que por detràs se descolgaban de su cabeza, y los dos lazos azules que las ataba le cosquilleaban entre sus nalgas…
-No me se quitan las ganas de volver a saltar la comba con la Ventura, su prima; la Paquita, la mía, la Cruz de Curro, la Mariamanuela, y la Maríajesús, que al saltar se le veían las rodillas, y las corvas, que no eran tan redondas, como las de Felisita, pero que no tenía trenzas ni lazos azules que las ataran al saltar, brincado como la Caperucita del bosque entre los matorrales, pero por no tener pecas rojas en la cara, y los ojos abiertos y negros, creía que pudiera ser mi novia de mayor, que, ahora, por ser alta y tener las tetas grandes pudiera asfixiarme si me abrazaba fuerte en el baile de Andrés -pensaba el Lolo para sus adentros, temiendo que tanto el Pecas como el Monazillo adivinaran sus intenciones.
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