
De la ciudad diáfana y alegre, a la ciudad triste, del saber y la cultura. Fin del viaje al Tiemblo (Cont.)
… el cansancio lo delataba doña Angela al abrir la puerta de la pensión, casi una hora después de habernos despedido del emigrante portugués que en su desvencijado mercedes, de segunda mano, nos dejó en el cruce de carreteras que de Madrid nos acercaba a la ciudad…
-estamos muy agradecidos a usted por este viaje tan cómodo, y entrañable, que nos ha acercado una vez más a Portugal, tan cerca y tan distante en muchas ocasiones -le expresó lo mejor que se le ocurriera a Junior, en su incipiente Portugués, que como asignatura optativa había elegido al iniciar la especialidad de Lenguas Románicas, que abandonaría después de Navidades para seguir mis pasos en lenguas modernas en enero…
-eu mesmo esto moito engra- çado da vostra compagna! -añadió el generoso conductor portugués con galantería.
El tiempo transcurrido aquel fin de semana al lado de Granada, tan íntimo e inolvidable, se entremezclaba con la ansiedad que iba a conllevar el examen oral de Historia de España, que me sometería el doctor don Miguel Artola, de cuya exposición no me iría a recuperar en mucho tiempo, si de aquel trance y bochorno no fuera a superar con éxito aquel momento, que por primera vez iba a defender en el aula magna, atiborrada de público…
-“ Sta. López, Rosario-reclamó su presencia en el estrado a Charo López, ya incipiente y exitosa actriz.- hábleme del Amor”
-! cómo me hace usted esa pregunta tan capciosa, don Miguel¡
-usted no ha entendido nada del Amor en la Filosofía de la Enciclopedia del XVIII. Usted debe estudiar más Historia, sta Charo López.
Con rostro mohino, Charo López abandona el estrado, y nos hace un guiño cómplice a los examinandos que esperamos el turno para ser llamados…





