
De la ciudad diáfana y jaranera a la ciudad trises y melancólica del saber( Cont.)
* Aún no había terminado el partido de Casius Cleis cuando después de beber un vino nos dirigimos a la residencia de Amelie. La lluvia había arreciado, y tuvimos que caminar bajo las marquesinas de los pisos, por el acerado del la derecha de la avenida.
-!Qué tarde llegas; te estaba esperando aquí en la camilla.
-! La directora me había advertido que aún no habías llegado… y eran las diez y cuarto.
-ya sabes por qué, Maricarmen; no hace falta que te explique, que comprendas;
– ¿ has cenado algo, no?
-No; no he probado bocado. Me voy a tomar una ducha y me voy a meter en la cama.
– Hasta mañana y muchas gracias. Me despedí de Maricarmen de forma brusca, casi grosera. All día siguiente le presentaré mis excusas.( Cont.)
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