By: juanrico

Aug 03 2024

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Aún no había llegado Dionisio, el poeta de Castuera, que Carlos, hijo del dueño de La Riojana, solía entretenerlo bebiendo chatos de vino Cariñera, por si dada la circunstancia pudiera engarzarlo con su hermana, soltera y de rara belleza, pues era bizca.
A pesar de los cariñera, uno tras otro, a Dionisio no le salía el poema que iba a dedicar a la hermana vizca de Carlos, a la cual le veíamos cada vez más atado; mientras Dioni daba por concluída su musa, Carlos, el bodeguero de la Riojana, no escatimaba en invitar a su posible cuñado a los cariñera que hicieran falta…
-Es una vegüenza que los estudiantes de Arte continuarais consumiendo cañas de cerveza en ese bar Babiera, en ese horrible bloque, que atenta contra todos los principios de estética de cualquier manual de Arte, y que el Ayuntamiento haya consentido con desiquilibrar el entorno estético de la zona – se desgañitaba el profesor Laízne en cada ocasión que se le prestara. Toda vez que en la Plaza cercana de Los Bandos, podréis degustar los mismos placeres que en el bar Babiera se os ofrezca…
Sin embargo, aunque el Babiera se llenaba de colegiales del Hernán Cortes, los habituales contábamos las delicias de su “ensalada rusa”, que, aunque la señora Angela se daba buenas trazas en la cocina, no conseguía superar a la habilidad y profesionalidad del cocinero del Babiera.
Desde que se corrió la noticia en la Facultad de Letras, de que el profesor Laízne había tirado del mando de seguridad para detener el tren Madrid Salamanca, que a su paso por Avila, la puesta de sol merecía que el pasaje la contemplara, se rumoreaba cada vez con más insistencia que al profesor de Arte se le había caído un tornillo, y por lo tanto no había que concederle mucho