
Al otro lado del tiempo. Continúan las aventuras de los tres mequetrefes. ( Cont.G-K)
El aire venía de poniente, cuando los tres se incorporaron del charco al oír las campanas de las doce, a cuyos toques todos deberían dejar sus labores, y rezar un Avemaría. Era el Ángelus: precepto eclesiástico de obligado cumplimiento después dela Cruzada contra el Comunismo ateo.
Dicen los del campo que viene lloveó; y si llueve mucho, va a ser muy bueno para las viñas, las aceitunas, que van a poner peso, y para que salgan las matas de sandía, que, los tres se las apañaban de lo lindo en localizar a las matas màs tempranillas de todos los melonares, a las que le hincaban al tronco una estaca de señuelo para localizarlas, y limpiarse los dientes con la pulpa todavía prístina, restregándose la boca, los labios en la carne, sorbiendo el jugo que les chorreaba a lo largo del cogote, alcanzando la camisa, la camiseta, y hasta los calzoncillos, de los que El Monazillo se salvaba por no llevarlos puestos, de tal suerte que evitaba la bronca irrefrenable de su madre, toda vez que percibía el olor ácido a zorruno que se desprendía al remojarlos en la pila de lavar.
-“ otra vez te has juntado con el Tórtolas, que no te enseña nada bueno; así los tienes de amarillo…y eso que te los he puesto limpios esta noche…”- solía el Monazillo referirle al Lolo y a su primo el Pecas, intentando justificar el pantalón con culeras, que a hurtadillas sacaba del armario, con la intención de que la Ramona no le echara un ojo, y le castigara, como cualquier insolente rapaz, atado ala pata de la cama, el domingo a la hora de la misa.
-“ Cochero tiene un melonar muy adelantado, con unas matas de sandías y melones tan anchas que impiden separar unas de las otras; y debe ser uno de los primeros, y más adelantado de la Gamarcilla”.
Mañana lo pateamos -añadía el Pecas, muy oportuno y ufano, aliviando el gusto con la esperanza del deseo.





