
de la ciudad de la luz alegre a la ciudad gris y la razón (Cont.XII)
* Ni siempre fue difícil recomponer la primera noche en una pensión de los Remedios, que los claretianos nos facilitaron para preparar desde aquella casa hostal el examen de Preuniversitario que tendría que afrontar a día siguiente. Manolo, el Torero de Herrera del Duque, convecino de la misma habitación, donde entre el miedo y la esperanza sus muros eran testigos del azoramiento que esa prueba iba a significar para mi futuro. Fue un milagro, convencido de que la estampa del Corazón de Jesús, que la prima Antonia me había regalado, convencida que sería un talismán indispensable para salvar el obstáculo; el hecho de que las Leyes de Méndel fuera el tema de la conferencia no hubiera sido insignificante de no haberlo estudiado la noche anterior. Sobresaliente. “ Dios todopoderoso, que de las pequeñas cosas las magnifica”-repetía, incrédulo en mi conciencia, evitando infravalorar el mérito propio delante de los otros.





