
Dela ciudad de la luz a la ciudad gris de la razón (Cont.XI)
* Tan convencido estaba de su afirmación que, cuando a Amelie le contaba el relato de Andrés Tomás no dudaba en asentir con su palabra, y un movimiento ostensible de su cabeza, de arriba hacia abajo, y de abajo hacia arriba, en movimientos alternativos del cuello.
Iban aún a transcurrir unos meses hasta que Marinieves, la asistenta de la señora Angela limpiara la habitación que compartía con “Junior”, como así era el heterónimo de Juanmanuel, de Herrera del Duque, del que no hacía ascos, cuando en la Facultad las compañeras requerían de sus atención, y esa voz de tonadillera nos anunciaba que era la hora de empezar la faena que los exámenes trimestrales requerían.
-“señorito, Juan, le traigo dos cartas con letra de chica: será de su novia del pueblo, y de otra” -Me insinuó con pícara sonrisa Marinieves.
Junior, que aún no había saltado de la cama me guiñó el ojo derecho con una sonrisa cómplice, dando a entender que conocía mis escarceos de faldas…
-“querido mío:”…Por su encabezamiento deduje que se trataba de Angie, aquella chica, con experiencias, a la que había conocido aquel año durante mis correrías con Emilio por Zalamea.
-“No me será posible olvidar tus abrazos entre el color amarillo de las sábanas de la cama de matrimonio en la casa de mi hermano Xexu. De tu resistencia a avanzar, excusando las recomendaciones que te había hecho constantemente tu director espiritual jesuita, el reverendo padre Linde…





