
De la ciudad diáfana a la ciudad gris de la sabiduría ( Cont.V)
En la fragua se trataban los temas de las preocupaciones de los lugareños -toda vez que, la fragua de Diego Ortiz, había recogido los bártulos, que por falta de negocio se había vista obligado a buscar mejor suerte en Madrid, una vez que vendiera la casa de la fragua al tío Sioro, que se hizo matachín en el pueblo, desde entonces, sin competencia.
Desde aquellos días, empecé a echar en falta la ausencia de Pepe, que, aunque un golfillo de la calle ayudaba en el negocio, junto con su hermano, “Culo arrastro”, que así motejaron sus amigos Los Chiriviques, y acabara con éxito la Inginiería Industrial en la Complutense.
Ya desde aquellos años la fábrica de harina de Paco había cerrado; las tahonas de los pueblos tenían precios más asequibles a los bolsillos. Los lugareños se habían vuelto mohínos por la ausencia de las hijas del fabricante; sobretodo echaban de menos en los domésticos diretes de la fragua la ausencia de la Maruja, la más atractiva de las hijas de Paco, y de la Andrea, muy jaquetona, y de sesgo agitanado, aunque se quedaron en el pueblo la Remedio, que hizo carrera casándose con Juan de la Paca, y administrador de las condesas de los Habenosos; y la Pepa, que se casaría con Salvador de Pepe de Miguel de Curro, al que el capitán de los gorriatos apodaría con acierto y mucho cariño, Tablona, por su tendencia a tumbarse y ser muy reacio al trabajo del campo…(continuación)





