
Cuando la pandemia se desvaneció definitivamente (Continuación II)
* El Monazillo, ya mayor, el Lolo, y yo mismo, habíamos gastado nuestros ahorros en comprarle al Piti una botella de coñac, de la marca Terry, que , para perder la vergüenza a la hora d pedir “pareja” a alguna pibe, nos bebimos entera, que, al bailar con Mariamanuela, la hija menor de la hermana de don Emilio, que regentaba un ultramarino con sabía y astuta picardía, daba tantas vueltas y vueltas, que me mareé, ayudado por los vasos de vino, que tanto Isalillo y Francisco, sendos hijos de Isaac, galantemente me ofrecían; la cabeza empezó a darme vueltas, de tal suerte tan malo me vieron el Lolo y el Monazillo que me sacaron del salón de baile de Andrés a vomitar en la calle, por la carretera.
* -“ No lo podemos llevar a casa en este estado ; sería peor, y le riñerían por estar borracho; mejor, pasearlo por la carretera, que, el frío de la noche le ayudará a pasar el trancazo”- terminó por imponerse el buen criterio del Monazillo a la sugerencia del Lolo de llevarme a casa…
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