
…desde la diáfana ciudad a la ciudad gris del intelecto…(Cont.II)
By: juanrico
Category: Uncategorized
| Aperture: | f/2.4 |
|---|---|
| Focal Length: | 3.3mm |
| ISO: | 32 |
| Shutter: | 1/0 sec |
| Camera: | iPad mini 2 |
Era la fragua también un centro de ocio, como se supondría hoy mismo. Su hermano Felix accionaba el soplete con tanta destreza que las chispas saltaban fuera del fogón, al que Ezequiel le reprochaba la contundencia con un inocente – “cago en diole, no le des tan fuerte, que no vamos a ganar para carbón”-, y el mozo aflojaba el soplete, al punto. Nicasio, como era el mayor, supo granjearse el cometido menos azaroso: cogía con unas enormes tenazas los escoplos y las rejas del yunque y los sumergía en un pilón negro de agua turbia, cuyo siseo todos los concurrentes conocían de un día para otro, y la nube negra que subía de pilón era como un hongo atómico, de esos que salen el el Nodo, cada vez que los americanos estallan una bomba H en el desierto de Arizona, tan espesa que hacía toser a toda la concurrencia, al tiempo que gritaban-“No puedes abrir la puerta del corral para que salga el jumo”? Le gritaban intemperantes al maestro Ezequiel.
Por aquellos días, ya habían cerrado la Zapatería del Betunero de la esquina, y habían recogido los bártulos para probar suerte en Alicante o para allá; el Niño Caguete, que abriera una albacería después de la guerra, también cerró, y le vendió la casa a Juan Ortiz, que se había hecho dueño de la casa del Betunero antes de irse al Levante; la Inés de la Loza cerró su tienda de chuches, pipas , chochos salados y palodús que tanta ilusión había motivado entre la cagones de las calles cercanas; sólo quedaban los hijos de Braulio, el zapatero, que no tardaría en cerrar el establecimiento; pero mientras tanto no se perdían la ocasión de tomar parte en los chismes que se formaban en la fragua de Ezequiel, a cuya concurrencia Alicio, el barbero de al lado, se unía en el batiburrillo, siempre que no tuviera que dar lecciones a los torpes de la escuela, o afeitar a algún patán del pueblo. Alicio era un sabio: sabía sumar, restaba, multiplicaba de derecha izquierda, y aunque a veces no conocía las palabras del dictado, era tan astuto que se inventaba el significado…( continuará)





