
La jauría urbana: un veraneante de excepción al fresco de las olas de Islantilla.
Te recuerdo, amigo Mario. Descubres para mi tu apellido- Santamarta- el día de nuestra despedida.
Admiro tu tesón, tu confianza en ti mismo y tu fortaleza de espíritu.
Un fallo médico te dejó parapléjico de por vida. Sin embargo, tu comprensión de la realidad, y tu espíritu de superación, obligándote a ir sobreponiéndote al deterioro inminente, me permite valorarte por encima de la mediocre calidad del ser humano.
Estoy seguro de que, por lo que a ti respecta, no desfallecerás, y cuando el próximo verano nos volvamos a saludar al borde de la piscina – boa tarde, Mario- habré comprendido que supiste vencer los contratiempos del año.
Citaste a un escritor portugués, que mi débil memoria no supo retener el nombre, del que te impresionó la respuesta:
– “ la alternativa a la vida, por dura e insoportable que sea, es mucho peor”.
Me comentaste que a los quince días de la entrevista, el escritor portugués falleció.
-Amigo Mario, permíteme la pedantería, invocando a Séneca -“Irresponsable es el hombre, que siendo consciente de la irreversabilidad del tiempo, no lo aprovecha”.
A lo cual, tu me contaste con las palabras rebosantes de sabiduría y bondad de tu neurólogo, en la última consulta, que, apartándote de la familia que te acompañaba, te sintetizó tratando, creo, de aliviar el sufrimiento:
-“Sr. Santamarta es – a puta idade.”
Me queda el consuelo de que como un ingeniero aeronáutico que eres, lo has sido y continuarás siendo, tus conocimientos de ciencia te permitirán navegar por el mundo ilimitado de la razón y el espacio.