
ARGOS
Quién como tú, convertido en héroe taimado, oh Perseo, que contra oráculos y malhadados presagios, fuiste obligado por conveniencia política a abandonar Argos, tu patria, mediante engañifas, por el rey Polidectes, el cual te advirtió del peligro que para la patria suponía la existencia de Medusa, a la cual conseguirías decapitar con la ayuda de Hermes y Atena…Era tanto el poder de Medusa, que, aún muerta su cabeza tenía el poder de petrificar a todo aquel que osara mirarla. Solo con la mirada podría Esperanza convertir en mármol a cualquier pretendiente al trono de la Comunidad de Madrid…
El astuto Perseo, con la cabeza de Medusa en las alforjas, regalo de los dioses, se proponía entregarla a Polidectes como trofeo y éxito en la empresa encomendada… Camino de regreso y atravesando el reino de Etiopía, pudo escuchar los lamentos de la bella Andrómeda, encadenada a una roca por envidia de Poseidón – dios del mar- a la belleza de la diosa, cuya madre presumía de ser más bella que las mismísimas Nereídas,a la cual consiguió Perseo, oh entrépido Tomás, liberar y tomarla en matrimonio… Consciente del poder fascinante de la cabeza de Medusa, colocaste a los pies del vengativo Polidectes, que, al instante quedó petrificado, ante los gorgoritos de la diosa Górgona y el clamor liberador del populacho, que, vestía atuendos góticos para la ocasión.